Museo Salzillo de Murcia
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Exposición: «Salzillo en 6×6», fotografías de Juan Ballester


Del 24 de marzo al 23 de junio de 2018


Esta exposición recoge algunas de las fotografías que realizó Juan Ballester en 1983 para la reedición del libro Vida y obra de Francisco Salzillo que escribió el profesor José Sánchez Moreno (1914-1955)  en el año 1945.

Aquel fue un estudio fundamental sobre el gran escultor murciano del siglo XVIII, fruto de sus investigaciones para su tesis doctoral y que fue prologado por el catedrático de Historia del Arte Enrique Lafuente Ferrari.

Fue profesor de la Universidad de Murcia, director del Museo Salzillo, académico de Alfonso X el Sabio y director del diario Línea.

Sánchez Moreno murió a la edad de 41 años, por lo que se malogró una brillante trayectoria académica y profesional.

La reedición de 1983 fue cuidadosamente preparada por su hija, María Concepción Sánchez Meseguer, y por el profesor Pedro Olivares Galvañ, en aquel entonces Director General de Cultura.

Aportaba muchas de las adiciones que el profesor Sánchez Moreno siguió realizando hasta el mismo año de su muerte.

Fue publicada por la Editora Regional de Murcia, dirigida por el periodista Ángel Montiel y el diseño fue llevado a cabo por Severo Almansa y Vicente Martínez Gadea.

Aquel año de 1983 fue el de la conmemoración del segundo centenario de la muerte de Francisco Salzillo (1707-1873), en el que se llevaron a cabo muchos actos culturales de singular relevancia como la exposición Francisco Salzillo y el Reino de Murcia en el siglo XVIII, o la grabación del corto de Salzillo por Primitivo Pérez y José Antonio Postigo, protagonizado por Francisco Rabal.

Juan Ballester (1952) formó parte de aquel importante proyecto de reedición de una trascendental publicación sobre Salzillo que desde hacía años estaba completamente agotada.

Se le encargaron nuevas fotografías que realizó en blanco y negro y en formato 6 x 6.

Un trabajo que llevó a cabo, como él mismo señala, con gran libertad creativa.

Muchas de las fotografías que se muestran en esta exposición dan buena cuenta del proceso: algunas dejan ver el decorado preparado, detalles como un foco de luz, un objetivo, un fotómetro.

Algunas de ellas son totalmente inéditas y muestran una nueva perspectiva, gracias a esos ángulos que Ballester escogió en su momento, con lo que las obras nos aparecen bajo una nueva luz, como ocurre con Santa Lucía de la parroquia de San Bartolomé o San Francisco de la parroquia de San Miguel.

Los pasos para la Cofradía de Jesús nos muestran el estado de conservación en aquel entonces, previo a las restauraciones que se llevaron a cabo posteriormente, en la década de 1990.

Las fotografías se podrán ver en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo Salzillo
Las fotografías se podrán ver en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo Salzillo

Ballester, persona polifacética y sensible, criminólogo, historiador del arte, crítico de arte, con casi cincuenta años realizando fotografías y exposiciones, no cree, sin embargo, que la fotografía sea un arte, ni que él sea un artista.

Hay creación en la mirada, pero la fotografía capta solo parte de esa realidad de luces y sombras.

Nace muerta, es un instante muerto, le falta el devenir continuo que sí tiene la pintura, y es por tanto una técnica.

Él siempre ha sido un gran amante de la fotografía en blanco y negro y más en el caso de Salzillo, donde se percibe la genialidad de su escultura que él cree que queda secuestrada por la imaginería y la policromía.

En blanco y negro se captan los valores compositivos, las calidades táctiles, la sensibilidad escultórica, en suma, pues “por debajo de lo imaginero también está, sobre todo, la palpitante carnosidad de una obra real y viva (…) debajo de toda esa parafernalia barroca también está la mano desnuda del hombre que lucha a solas con la materia para darle vida”.

Para él una fotografía en blanco y negro es como un apunte y hacerla en color es un acto de soberbia porque se quiere parecer a una realidad que no lo es tal.

Él siempre admiró las fotografías antiguas de Salzillo, como las de Laurent, Almagro o Cristóbal Belda, y esa fue parte de la inspiración para llevar a cabo este trabajo.

Y, ante todo, le entusiasman las obras de un grandísimo y genial escultor, verdaderas recreaciones de una realidad eterna, “solo pensar que su San Juan, imperturbable, cambia para siempre hacia un mañana luminoso, nos consuela y nos hace no perder la esperanza de que algún día [Salzillo] ocupará el justo lugar que como creador se merece”.

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