Sala del Belén de Salzillo
El modelado de sus figuras en barro o en madera con preciosistas policromías y estofados hace de este conjunto el mejor ejemplo de belén español del siglo XVIII
Cronología y antecedentes
El Belén fue realizado por Francisco Salzillo entre 1776 y 1783 para el noble murciano Jesualdo Riquelme y Fontes y completado por su discípulo Roque López y su taller. Quedaría concluido en 1800.
Aunque los belenes se pusieron de moda en la España de Carlos III y a pesar de la sangre napolitana de Salzillo, el de la colección Riquelme se diferencia del presepe napolitano al inspirarse en el campesinado español, por su profundo sentimiento religioso y tendencia a la narración, así como por el modelado de las figuras con sus ricas policromías.
No obstante, en Murcia la tradición de montar belenes se remonta al siglo XVII, en comunidades religiosas como las Capuchinas, Agustinas, Carmelitas o Clarisas, proclives al encargo de obras relacionadas con la poética infancia de Jesús.
Esta ciudad se convirtió así en un enclave decisivo para la historia del belén español y para la costumbre de introducirlo en los ámbitos domésticos. Todavía hoy Murcia es un referente mundial en la producción de belenes.
Realizado en la última etapa de la vida del escultor, esta magna obra es fundamental en su producción. Si los pasos para la Cofradía de Jesús estaban pensados para salir a la calle y manifestaban una religiosidad muy peculiar que se traducía en determinados colores, gestos y movimientos corporales, el Belén es una obra que da paso a otra nueva forma de contemplación, en un escenario más reducido y ante un tiempo más festivo como era el de la Navidad.
Técnica
Las figuras tienen un tamaño de unos treinta centímetros y están modeladas en arcilla pero también las hay en madera, con lienzos y telas encoladas.
Están ricamente policromadas, incluso directamente sobre la arcilla, con un modelado menudo, ligero y preciosista dentro de la tradición rococó.
El color es un instrumento jeraquizador y los pinceles de distinto grosor permitían transitar desde la suavidad de las sedas a la tosquedad de los tejidos de los pastores. El rayado del estofado da un aire de suntuosidad a mantos y túnicas de las figuras sagradas.
Predominan los azules, rojos y verdes, combinados con los oros. Los ángeles son las figuras más elegantes, como el Ángel de los Celos (Sueño de San José), síntesis perfecta de plástica y color en los que la silueta traduce una sensación de inmaterial levedad.
Autoría
Salzillo dio las directrices básicas para la culminación del conjunto y realizó los Misterios principales. A una primera fase, entre 1776 y 1783 corresponderían los grupos de la Anunciación, Sueño de San José, Posada, Lectura del romance, Anuncio a los Pastores, Nacimiento, Cortejo de los Reyes Magos, Camino del Templo, Purificación y Huida a Egipto.
A la muerte de Salzillo, en 1783, Roque López tomó la responsabilidad de la finalización del Belén, hasta que en 1798, cuando muere Jesualdo, ya estaba hecha la guardia herodiana y el palacio de Herodes. A partir de 1800 hizo el grupo de La Degollación de los Inocentes.
Es difícil determinar las colaboraciones y niveles de responsabilidad de los miembros del taller de Salzillo.
La fuente documental más importante para calibrar esta cuestión es el protocolo de Atienza o inventario realizado tras la muerte de Jesualdo Riquelme en 1798 por Roque López y el pintor Joaquín Campos. Allí se citan a artistas como José López y Pedro Collado, el carpintero que realizó el Pórtico del Nacimiento.
Las condiciones de trabajo y el carácter fuertemente jerarquizado de los talleres de artistas hacían que se establecieran los diferentes niveles de responsabilidad desde el momento en que se ideaba la obra.
Aunque en la realización de una escultura intervenían varias manos, el Belén destaca por su uniformidad de estilo y coherencia interna, gracias a las pautas dadas por la gran personalidad artística de Salzillo y a las que se acoplaron sus colaboradores.
Incluso en aquellos grupos en los que se sabe que Roque López es el autor se ven las típicas formas salzillescas con sus expresiones dulces, sus cromatismos y modelados delicados. Hay tanta unidad de estilo como unidad narrativa.
Descripción
En el Belén convive una galería muy pintoresca de personajes contemporáneos a Salzillo, presentes en la pintura costumbrista, los tapices y en el mundo castizo de comedias y sainetes. En este universo popular conviven los rudos pastores y gañanes con la refinada nobleza local.
Contrastan las actitudes solemnes y graciosas de los pajes, con sus coloridas libreas, medias de sedas y elegantes sombreros frente a las rudas pieles de los pastores o los harapos del lazarillo.
Y junto a ellos se hacen presentes los delicados seres sobrenaturales, como los movidos ángeles o los personajes sagrados, con sus túnicas siempre ricamente estofadas y doradas.
Se muestran en el Belén una amplia galería de tipos humanos, con retratos increíblemente realistas a pesar del tamaño menudo de las figuras, en un diverso muestrario de gestos, como el estrábico y moreno posadero, o los campesinos que escuchan atentamente el romance o el mensaje que anuncia el Nacimiento de Jesús, el Ciego tocando la zanfona mientras parece ser burlado por su lazarillo y su simpático perrito, el viejo del calentador, de rostro sereno frente a los trágicos rostros de las madres que defienden a sus hijos…
Retratos de una época que traducen costumbres y tradiciones, como el Desollador viejo del grupo de los carniceros, los Músicos, Cazadores…
Cuenta Ceán Bermúdez que Salzillo daba cobijo en su casa a mendigos a cambio de que posaran para él. No extraña por tanto que el Belén sea así un espejo de las costumbres contemporáneas, un rico muestrario de oficios y temperamentos que estudió del natural, así la Vieja con la cesta de huevos, el pastor con la aceitera y la vinagrera.
Hay una gran variedad de trajes, desde los típicamente locales, de lisos jubones o bordados guardapiés, como se ve en la Degollación de los Inocentes, hasta en las brillantes armaduras de la soldadesca romana.
Del mismo modo el Belén está poblado por toda una extraordinaria variedad de la fauna existente en la zona, como las aves migratorias que anidaban en el Mar Menor, los diferentes tipos de toros, cabras, ovejitas…
Salzillo se basa en los evangelios de San Mateo y San Lucas y respeta escrupulosamente la cronología desde la Anunciación hasta la Huída a Egipto.
En una secuencia continua sus principales protagonistas ocupan el lugar que les corresponde en la narración mientras el resto de los elementos podían cambiar de emplazamiento.
Arquitectura
Como fondos están las impresionantes arquitecturas como el Palacio de Herodes, verdadero trasunto de toda la arquitectura palaciega del momento.
La casa de María es la vivienda típica de la Murcia del XVIII, la de Santa Isabel, una casa de huerta. Para el Nacimiento se escogió un pórtico en ruinas y para el templo de Salomón, el carpintero Carrión, la familia que tradicionalmente ha custodiado los pasos de Salzillo, ideó este precioso templete de planta centralizada basado en San Pietro in Montorio de Roma.
De la casa de María se han conservado incluso este preciosista mobiliario rococó que debió insertarse en el Belén durante el siglo XIX.
Este impresionante conjunto se configura así como el mejor exponente del Belén español del siglo XVIII.
Moldes
El Museo Salzillo también es propietario de los moldes de algunas figuras del Belén y que realizaron José Nicolás Almansa y varios colaboradores, entre los que se encontraba Pedro Chico.
El encargo fue realizado por Manuel Guillén Cerezo y de él se hicieron tres copias.
Una de ella es propiedad del Ayuntamiento de Murcia.