Museo Salzillo de Murcia
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La Dolorosa

La Dolorosa, cumbre del sentimiento agónico, revela la belleza pálida y desolada de una maternal Virgen ante el inevitable final de su hijo


La Dolorosa, una imagen de gran devoción esculpida por Salzillo para sustituir a una antigua Soledad.

Ya en la Cena se pudo observar los profundos cambios introducidos por Salzillo en la secuencia narrativa de la procesión.

La Dolorosa, de Salzillo
La Dolorosa, de Salzillo

Ésta desfilaba – y desfila – en la mañana de Viernes Santo organizada y pensada para representar las escenas previas a la muerte de Jesús.

Los blancos y negros hábitos de las Soledades aludían al luto producido por la muerte de Cristo y la desolada imagen materna recogía sus manos y rostro en franca actitud de recogimiento y meditación en torno a un corazón con siete puñales que declaraba los signos proféticos del aquel drama.

Salzillo, que consideraba anticuados unos modos expresivos propios del siglo anterior, buscaba una solución más declamatoria y teatral, adecuada a la secuencia pasionaria y a la intensidad emocional de un cortejo que, según sus contemporáneos, producía “ternura y lágrimas”.

Detalle de la mano de La Dolorosa
Detalle de la mano de La Dolorosa

En esta imagen de vestir, lo que acrecentaba el realismo de la escultura, Francisco Salzillo debía centrarse en el rostro.

Debía expresar un profundo dolor, amargura y sumisión ante el destino, como se muestra también en los brazos abiertos, en la mirada desconsolada dirigida hacia el cielo y en el pálido rostro de textura sonrosada con lágrimas de cristal.

El dramatismo quedaba subrayado con la incorporación de los cuatro angelitos a sus pies.

Fotos cedidas por Joaquín Zamora

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