Museo Salzillo de Murcia
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Edificio

Conoce la parte arquitectónica del Museo Salzillo


Exteriores


La visita comienza en la plaza de San Agustín, la tradicional antesala de la iglesia y museo. Totalmente remozada por Yago Bonet, el arquitecto ha pretendido una regeneración del entorno urbano y remarcar el carácter representativo y ceremonial de un espacio que congrega una vez al año a miles de personas que se acercan a contemplar la formación del cortejo procesional y la salida de los pasos de Salzillo de la iglesia de Jesús.

Iglesia de San Andrés, Jesús y Museo Salzillo desde la plaza de San Agustín

El arquitecto ha incorporado la plaza como punto de partida del recorrido museográfico y al transformar el espacio en escenario de espectáculos efímeros y de tradiciones solemnes como son el canto de los auroros la tarde del jueves santo y la misma procesión barroca de la mañana siguiente.

Sobre el pavimento de la nueva plaza se han incluido el farol y la campana, símbolos que portan los auroros.

Campana de los Auroros
Campana, símbolo de los Auroros, en el pavimento de la plaza de San Agustín

Un azul añil decora ahora las paredes de iglesia y museo como reminiscencia del color de las antiguas casas murcianas y que parece cambiar según la tonalidad que tenga el cielo en cada momento, por lo general un brillante azul tostado por el intenso sol mediterráneo.

Desde la plaza pueden contemplarse las portadas de su fachada rectangular que se corresponden, además, con las diferentes ampliaciones que se han acometido en el conjunto histórico.

La fachada se articula torno a dos ejes de composición, la de la iglesia y la del museo propiamente dicho.

Fachada de la Iglesia de Jesús y del Museo Salzillo
Fachada de la Iglesia de Jesús y del Museo Salzillo. FOTO: Wikimedia / Morini33

Junto a la vecina parroquia de San Andrés, muestra su perfil rotundo y su simbólica planta centralizada la iglesia de Jesús, que data del siglo XVII. Su portada fue proyectada por Pedro de Escalante y Blas López para ser finalmente ejecutada por Francisco de Hontiyuelos en 1696.

La puerta queda enmarcada por dos pares de columnas que soportan frontones semicurvos que encierran veneras y que remata, en un pequeño nicho, una imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, sustituida por la actual de piedra a mediados del siglo XVIII. Su perfil destaca sobre la línea de cubierta y el tambor de la cúpula.

Un alero de canes de madera y tornapuntas de hierro forjado recorre toda la fachada dotándola de gran homogeneidad como ocurre con todas las ventanas existentes con rejas de hierro forjado al estilo murciano del momento, colocadas todas, en su gran mayoría, hacia 1950.

A su lado está la portada del museo tal y como fue concebida por José Tamés en 1950 y sigue el estilo de la de Jesús, enmarcada con simples columnas y balcón superior. Yago Bonet ha incluido una espadaña de perfiles rectos sobre un piso con cinco ventanas rectangulares, que suponen un toque actual y un contrapunto a la silueta curva de la cúpula de Jesús.

Fachada del antiguo Palacio Riquelme (siglo XVI), actual entrada al Museo Salzillo
Fachada del antiguo Palacio Riquelme (siglo XVI), actual entrada al Museo Salzillo

En el lado norte se encuentra la portada del palacio Riquelme, instalada en el Museo en la década de los años setenta. Ahora es su entrada principal y, con esta acción, Bonet le ha dado realce al recuperar una imagen histórica que otorga un rostro monumental de gran dignidad al acceso principal.

El majestuoso arco de medio punto de rotundos sillares, queda coronado por las figuras de los salvajes que sostienen un escudo con láurea y una elegante ventana tripartita con pilastrillas jónicas. La construcción moderna se retrotrae para el lucimiento y contemplación del escudo nobiliario entre dos leones tenantes en la esquina.


Recorrido interior


El arquitecto ha desmantelado por completo todo el interior del edificio de los años cincuenta y su anexo posterior para presentar un espacio majestuoso y muy bien iluminado gracias a sus lucernarios, que permiten un uso racional de la luz natural y la mejor estabilización de las condiciones de temperatura y humedad.

Vestíbulo inferior, entrada al Museo Salzillo
Vestíbulo inferior, entrada al Museo Salzillo

El edificio se ha puesto al servicio del proyecto museográfico, con un itinerario único, de arriba a bajo, siguiendo los presupuestos lecorbusianos del Mundaneum con el objetivo de crear “el escenario de un teatro sacro como apoteosis escultórica”.

El recorrido comienza en la segunda planta, espacio destinado a la historia del museo, donde también se encuentra la biblioteca especializada en escultura barroca.


Última reforma (2009)


Si por algo se caracterizó el año 2008 es por haber seguido inmerso en las obras de transformación y remodelación que se iniciaron con la exposición Salzillo, testigo de un siglo (2007).

Tras la celebración de la exitosa muestra se hacía necesario un cambio de discurso expositivo y la mejora de las condiciones de exhibición, de conservación, almacenamiento, investigación y difusión de la institución.

Sala de bocetos
Sala de bocetos

Las obras, basadas en el proyecto del arquitecto Pablo Puente y de María Teresa Marín, comenzaron en julio de 2008 con algunas novedades como la introducción de un sistema de aire acondicionado y un montacargas, enriqueciendo las condiciones de conservación y exposición de los pasos en la iglesia de Jesús, así como la mejora de las comunicaciones del museo de cara al acceso de personas con discapacidad y el traslado de obras de arte desde las zonas de depósito a las propiamente expositivas.

Sala del Belén de Salzillo
Sala del Belén de Salzillo

El proyecto de replanteamiento museográfico no solamente respondía a la necesidad de contar con mejores salas de almacenamiento y un nuevo espacio más apropiado para la realización de exposiciones temporales, sino también a la mejora de la presentación expositiva de la colección de Bocetos de forma individualizada y del Belén de Salzillo.

Éste último vuelve a tener su sentido narrativo original al disponerse en diorama.


La iglesia de Jesús


Al recorrer la iglesia el visitante puede contemplar mejor las pinturas de Paolo Sístori, sobre todo las del deambulatorio, pintado al temple con motivos arquitectónicos imitando a la decoración que existía con anterioridad a la transformación de la iglesia en museo en 1955. Las pinturas de las capillas fueron sustituidas por una decoración plana monocroma.

El gran trampantojo pintado por Sístori a finales del siglo XVIII acentuaba la condición teatral del escenario. La zona de tribunas conserva intactas sus arquitecturas fingidas y sus simulados ángeles marmóreos, verdadero efecto ilusorio que produce sensaciones de realidad.

Iglesia de Jesús
Iglesia de Jesús

Cuando la iglesia fue dotada de mejores condiciones museográficas se habilitó un corredor entre las capillas para poder contemplar los pasos desde cerca, dotándolos de una nueva visión.

Actualmente el visitante puede contemplar estos conjuntos en un espacio unitario, rodeados de una atmósfera sagrada, en la disposición en que debían ser custodiados y venerados. Es un auténtico teatro barroco desmantelado una vez al año para pasear por el inmenso teatro al aire libre de la ciudad, iluminado por los rayos del sol radiante de la primavera murciana, donde la escultura en movimiento, balanceándose a hombros de nazarenos estantes, cobra su auténtico significado.

La Santa Cena por las calles de Murcia en Viernes Santo
La Santa Cena por las calles de Murcia en Viernes Santo

Es, sin duda, este rasgo uno de los mayores logros del Museo al no alterar en lo sustancial la función originaria de las imágenes, respetando la tradición y confiriéndoles en todo momento el destino para el que fueron ideadas. Un Museo interior y un Museo en la calle.

El Padre Calatayud, un jesuita del momento dijo: “El culto en la casa santifica, en la iglesia edifica, en la calle ejemplariza”. Salzillo tenía así la responsabilidad de que a través de su arte, como lo ha señalado Pardo Canalís, a “los fieles – vecinos, familiares, amigos- [que] se alineaban en las calles para evocar la Pasión del Redentor” pudiera despertarles “compasión con Jesús, indignación con Pedro, perplejidad en los Apóstoles, sufrimiento con la Virgen y hasta aborrecimiento ¡por qué no! frente a todos los Judas y sayones imaginables”.

Iglesia de Jesús
Iglesia de Jesús

De ahí la presencia de anacronismos en los atuendos de los personajes, las gradaciones de color, desde las ricas túnicas estofadas de Cristo de la Cena o el San Pedro del Prendimiento, a los rojos, verdes y azules de los Apóstoles o el amarillo de Judas, alegoría de la traición.

En la Verónica o en el Soldado del Beso, dominan los azules y rosas, los mismos colores con los que estaba originalmente vestida la Dolorosa, cuya túnica y manto fueron diseñados por el mismo Salzillo. Las diferentes carnaciones también eran identificadas rápidamente por los fieles, desde las toscas y rudas anatomías tostadas de los sayones al blanco sonrosado y traslúcido del Ángel de la Oración en el Huerto.


Las pinturas de Sístori


A través de los balcones de las tribunas, abiertos tras la remodelación del museo, el visitante puede contemplar las pinturas murales realizadas en 1792 por el pintor milanés Paolo Sístori, gracias al último Bailío de Lora de la Orden de Malta, que costeó varias remodelaciones, como la misma apertura de las tribunas.

Pinturas de Sístori, vista desde la Sala de Tribunas. Foto: Julio Soler

Flanqueando cada uno de los ocho balcones de este piso hay dieciséis ángeles que portan atributos de la Pasión. Las pinturas de la cúpula originarias fueron sustituidas por las actuales, al temple sobre telas, realizadas por Mariano Ballester en 1956 y en las que introdujo modificaciones. La decoración primitiva simulaba ocho gallones con unos roleos ovalados en su parte central, sustituidos hoy por racimos de flores.

En el punto de confluencia de los gallones se presentaba una linterna ficticia que dejaba pasar los rayos del sol y en el que, sin embargo, hoy hay una moldura circular en relieve, de la que pende la lámpara central.

En los plementos persisten los medallones circulares, los bustos blancos con las guirnaldas y las ocho ventanas enmarcadas por fingidas arquitecturas que simulan un pórtico apilastrado con frontón curvo y en cuyo tímpano se situaban inscripciones latinas que aludían a los santos representados arriba y que Ballester sustituyó por los atributos de la Pasión. Los ocho gallones se continúan en las pilastras gigantes, antes pintadas, que recorren los paramentos hasta llegar al suelo.

Antigua fotografía de la cúpula de la iglesia de Jesús antes de la restauración de Mariano Ballester
Antigua fotografía de la cúpula de la iglesia de Jesús antes de la restauración de Mariano Ballester

En realidad, el aspecto actual de las pinturas de Sístori está prácticamente modificado, después de las diferentes reparaciones del siglo XIX, con las intervenciones de Carlos Marín, en 1866; Mariano Ramón, en 1894; y, sobre todo, la de 1955 tras las reformas arquitectónica de la iglesia.

La última restauración ha sido llevada a cabo por el equipo de Juan Ruiz Pardo, del Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura en dos fases, entre 1996 y 1998.

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