Exteriores
La visita comienza en la plaza de San Agustín, la tradicional antesala de la iglesia y museo. Totalmente remozada por Yago Bonet, el arquitecto ha pretendido una regeneración del entorno urbano y remarcar el carácter representativo y ceremonial de un espacio que congrega una vez al año a miles de personas que se acercan a contemplar la formación del cortejo procesional y la salida de los pasos de Salzillo de la iglesia de Jesús.
El arquitecto ha incorporado la plaza como punto de partida del recorrido museográfico y al transformar el espacio en escenario de espectáculos efímeros y de tradiciones solemnes como son el canto de los auroros la tarde del jueves santo y la misma procesión barroca de la mañana siguiente. Sobre el pavimento de la nueva plaza se han incluido el farol y la campana, símbolos que portan los auroros.
Un azul añil decora ahora las paredes de iglesia y museo como reminiscencia del color de las antiguas casas murcianas y que parece cambiar según la tonalidad que tenga el cielo en cada momento, por lo general un brillante azul tostado por el intenso sol mediterráneo.
Desde la plaza pueden contemplarse las portadas de su fachada rectangular que se corresponden, además, con las diferentes ampliaciones que se han acometido en el conjunto histórico. La fachada se articula torno a dos ejes de composición, la de la iglesia y la del museo propiamente dicho. Junto a la vecina parroquia de San Andrés, muestra su perfil rotundo y su simbólica planta centralizada la iglesia de Jesús, que data del siglo XVII. Su portada fue proyectada por Pedro de Escalante y Blas López para ser finalmente ejecutada por Francisco de Hontiyuelos en 1696. La puerta queda enmarcada por dos pares de columnas que soportan frontones semicurvos que encierran veneras y que remata, en un pequeño nicho, una imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, sustituida por la actual de piedra a mediados del siglo XVIII. Su perfil destaca sobre la línea de cubierta y el tambor de la cúpula.
Un alero de canes de madera y tornapuntas de hierro forjado recorre toda la fachada dotándola de gran homogeneidad como ocurre con todas las ventanas existentes con rejas de hierro forjado al estilo murciano del momento, colocadas todas, en su gran mayoría, hacia 1950.
A su lado está la portada del museo tal y como fue concebida por José Tamés en 1950 y sigue el estilo de la de Jesús, enmarcada con simples columnas y balcón superior. Yago Bonet ha incluido una espadaña de perfiles rectos sobre un piso con cinco ventanas rectangulares, que suponen un toque actual y un contrapunto a la silueta curva de la cúpula de Jesús.
En el lado norte se encuentra la portada del palacio Riquelme, instalada en el Museo en la década de los años setenta. Ahora es su entrada principal y, con esta acción, Bonet le ha dado realce al recuperar una imagen histórica que otorga un rostro monumental de gran dignidad al acceso principal. El majestuoso arco de medio punto de rotundos sillares, queda coronado por las figuras de los salvajes que sostienen un escudo con láurea y una elegante ventana tripartita con pilastrillas jónicas. La construcción moderna se retrotrae para el lucimiento y contemplación del escudo nobiliario entre dos leones tenantes en la esquina.